Antes de abordar los
diversos tópicos filosóficos o incluso el sentido mismo de la Filosofía, es
preciso que nos detengamos un poco en el concepto. Quizás el problema más
severo al momento de trazarnos una conceptualización de la Filosofía no venga
dado tanto por la multiplicidad de enfoques y corrientes de pensamiento, sino
por la misma dinámica histórica de la Filosofía, que emerge como un saber
enciclopédico, cuyas fronteras son muy difíciles de precisar, incluso hoy, pese
al avance exponencial de la especialización en el universo
de las ciencias.
Tomando en cuenta que la reflexión filosófica viene
condicionada histórica y socialmente, ya sea por las diversas tradiciones
culturales, corrientes de interés,
dinámicas políticas, etc.; es sumamente complicado pretender ofrecer un
concepto unívoco de Filosofía, a menos
que lo eleváramos a nivel de categoría
metafísica. Frente a un panorama tan complejo, ¿qué opción nos queda?, ¿cómo
sintetizar centurias de Filosofía en unas cuantas palabras?.... Es muy probable que ensayar un concepto acabado de Filosofía constituya una
subversión del carácter dialéctico del
mismo, siempre susceptible de reconfiguración y examen, de cara a las nuevas
realidades. Un ejercicio que sí me parece más mesurado consiste en identificar
las estructuras epistemológicas básicas sobre las cuales ha descansado la
reflexión filosófica en su largo discurrir. Un ejercicio de esta índole me induce a plantear una primera
premisa: la base de la discusión no debería estar jalonada fundamentalmente por
una cuestión de "contenidos", sino de perspectiva de análisis. Si
bien es cierto la Filosofía se ha caracterizado por comprender un conjunto de temas o contenidos "que
le son propios", eso no debe significar, en modo alguno, que sean los
únicos que le conciernen, ni mucho menos que le sean enteramente exclusivos.
Por ejemplo, para una
Filosofía incipiente, difícilmente la internet o el genoma humano podrían
haberse considerado como materia filosófica, puesto que en el espectro cultural
de los antiguos o de los medievales nada de esto "constituía una
realidad"; sin embargo, para el mundo contemporáneo tales asuntos son, tal
vez, más importantes que interrogarnos sobre cuántos ángeles caben en la cabeza
de un alfiler. (Ojo, esto sin ánimo de subestimar los grandes avances que trajo
consigo la tradición medieval).
Si nos fijamos en las
perspectivas de análisis de gran parte de los/las filósofos/as , nos
percataremos de que en su pensamiento subyacen, por lo menos,
dos componentes fundamentales, independientemente de cuál sea su tendencia de
pensamiento:
- Orientación
fundamentalista
- Orientación
sintética
- Orientación
argumentativa
Cuando hablamos de
"orientación fundamentalista", no referimos al esfuerzo de las
tradición filosófica por explorar sus "objetos" de estudio en
términos de sus propiedades más propias, que le otorgan su estructura y
carácter específicos, por encima de
aquellos elementos que les pueden ser meramente accesorios o episódicos.
Esta propensión
filosófica podría enmarcarse en la
clásica pregunta ontológico-metafísica por el "Ser"; es decir, lo que
constituye "todo" lo que existe, el fundamento de la
"realidad". Con todo, estimo que la orientación indicada por nosotros
es menos restringida, puesto que muchos podrían reconocer la inclinación de la
Filosofía por el análisis fundamentalista, como yo lo he definido, sin que ello
implique reconocer la validez de interrogaciones "metafísicas" en el
sentido de los presocráticos o el
aristotélico, por ejemplo. Alguien muy bien podría comulgar con una
"ontología" de la técnica, sin por ello ser etiquetado de
esencialista o "metafísico".
Ahora bien, una
persona inteligente podría cuestionarse: ¿Qué valor tiene andar por el mundo
preguntándose qué son las cosas o cuál es su fundamento? ¡Qué más da! ¿No sería
mejor actuar, vivir ya sacarle provecho a todo, sea lo que sea o como sea? En
fin, ser una persona "práctica" y punto. En torno a una duda de esta
índole, yo respondería que quizás sí, si el caso fuera posible; mas nuestra estructura lógico-psicológica está
conformada de tal modo que resiste tal caricatura del homo sapiens sapiens. Lo
cierto es que nuestras configuraciones mentales están mediadas lingüística y
conceptualmente y se nos impone siempre la necesidad de forjar miríadas de
conceptos que nos sirvan como brújulas en un caótico universo de sensaciones.
Es más, incluso la acción y práctica del ser humano más simple y primitivo
sigue este patrón, aunque carezca de la sofisticación de un sabio. ¿Acaso su
concepción de la muerte, del mal, de Dios o del destino, del sentido de la
vida no viene marcada por los entramados conceptuales que
su experiencia le ha permitido trazar?; en fin, el hecho de que integre tales
conceptos a su haber cognoscitivo como un saber tácito en nada desdice de la
sustancia filosófica de los mismos.
Preguntas típicas que
podrían emerger aquí, aunque no siempre con esperanza de respuestas o, por lo
menos, respuestas "acabadas", podrían ser acerca de:
-¿Cuál es la
constitución fundamental o esencial de x ente, cuáles son sus
"componentes?
-¿Tiene algún
sentido la existencia o acaso se lo
asignamos nosotros? (En materia de "sentido" de la vida,
probablemente la pregunta más peliaguda nos fue dada por Heidegger, con su
"¿por qué ser y no nada?")
-¿Cómo se imbrica
y reconfigura en un marco existencial
más amplio?
Podríamos cuestionar
sosteniendo ¿qué gracia tiene trazarnos interrogantes sobre las cuales quizá
nunca tengamos respuestas, p. ej. ¿Qué sentido tiene nacer, llegar a tu
plenitud, establecer lazos de amor y afecto, para luego morir?. Ante lo
anterior, podríamos responder, ¿qué sentido tendría la vida del ser humano sin
preguntas ni problemas?, ¿Cómo podríamos escapar a la intoxicación de una masa
gris ociosa?. O, yendo más lejos con el cuestionamiento original, podríamos
replicar: ¿Qué nos hace pensar que nuestra ideas de muerte y vida sean
definitivas y no ameriten una revisión a la luz de futuros avances?,¿Acaso
ambas tengan algún sentido en sí mismas; no será el puro azar el que se
impone?, ¿qué nos hace pensar que la muerte, tal como la entendemos hoy (biológicamente
hablando), siempre será un "destino" ineludible?...
-Orientación
sintética: Otra característica de la tradición filosófica, muy cercana a la
anterior, es su pasión por el enfoque
sintético: por un lado, la interrogación en torno al fundamento de los entes y, por otro, el establecimiento de nexos y
conexiones, que nos permitan ofrecer una visión de conjunto.
En este punto, una
duda fundamental que pudiera suscitarse es ¿qué valor tiene, en un mundo cada
día más especializado, elaborar síntesis?. Esto podría llevar la discusión más
lejos y sobrepasar el propósito introductorio de este texto, pero se me ocurre
que la respuesta más simple vendría siendo algo como: el valor de tener la
perspectiva del bosque, para no limitarse al árbol.
Respecto a esta pretensión filosófica podría criticarse, igualmente, que,
por un lado, con la síntesis se podría perder profundidad en torno a los puntos
específicos y, por otro, que las nuevas
tendencias interdisciplinarias y transdisciplinarias de la Ciencia
ya hacen obsoleta a la Filosofía.
Por lo que a la
profundidad se refiere, el enfoque sintético, compañero de todo saber, no
pretende reemplazar el análisis particular, sino, todo lo contrario,
enriquecerlo y complementarlo, como un mapamundi amplía la visión de un marinero que se dirige a un lugar
específico. De hecho, nuestro
"universo" material y simbólico no parece operar como los compartimientos estancos. (Por lo menos, no
la mayoría de las veces).
En cuanto a la interdisciplinariedad y la
transdisciplinariedad de las ciencias contemporáneas, sería dable reconocer la
obsolescencia de la Filosofía si la
fortaleza lógica, epistémica y conceptual de tales perspectivas no fuera
deudora del utillaje analítico de la
Filosofía. Eso sin mencionar que la tradición filosófica, avezada en
cuestionamientos "fundamentales",
aborda temas centrales de las ciencias particulares , que estas , aun en
conjunto, examinarían sólo de una manera muy superficial, a menos que
dispusieran del arsenal inquisitivo y metodológico del vasto saber filosófico.
- Orientación
argumentativa:
Otro de los pilares
del quehacer filosófico es su insistencia en la fundamentación reflexiva de sus
planteamientos, siendo el análisis racional el recuso por excelencia al momento de sacar conclusiones.
Esta característica, una de las más reconocidas, es, también,
la que más objeciones podría atraer. Aquí, brevemente, examinaremos algunas:
La primera, la orientación argumentativa no es una
característica que sea exclusiva de la Filosofía, puesto que toda producción
académica debe partir de esa premisa. Esto es muy cierto, pero debemos notar
que la argumentación y fundamentación
racional es el método por excelencia,
principalmente, para la Filosofía, puesto que la amplia naturaleza de su
esfera óntica así lo precisa. ¿De qué le valdría a un
físico o químico una maravillosa destreza retórica o argumentativa, incluso, si
no pasara la piedra de toque de la "experimentación" como la entiende
el método cietnífico. El /la filósfo/a,
gracias a su sutil metodología podría aventurar conclusiones que sobrepasan el
ámbito "experimental" del científico, sin por eso dejar de llegar a
conclusiones profundas. Típicos problemas podrían ser: Dios, el destino, entre
otros. Claro que la Ciencia también podría ensayar ejercicios de esta índole,
pero tendría que lograr una alianza muy compleja con la
metodología filosófica, para conservar su carácter "científico" y no morir en el intento
Ahora, si tomamos
como base la dimensión racional y argumentativa, la Filosofía pareciera olernos
a Matemática: No nos cabe duda de que así es; la diferencia fundamental es que
el ámbito reflexivo de la Filosofía sobrepasa con creces los propósitos de la
Matemática.
Un segundo ataque que podría sufrir la idea de esta última
orientación como característica del quehacer filosófico es que, en la historia de la Filosofía, se
han dado muchos casos de pensadores cuyo pensamiento dista mucho de lo que
podría llamarse una visión racional del mundo. Naturalmente que eso es cierto,
muchos apelaron a la intuición y fueron arrastrados por arranques emotivos
cuasi poéticos, como Nietzsche, Schopenhauer, Bergson y tantos otros; sin
embargo, en todos, el aguijón
argumentativo, el esfuerzo por ofrecer fundamentos no dictados por la
autoridad o el dogma, sino por la reflexión exhaustiva, primó. Un estilo frío y
seco no implica, necesariamente, más profundidad racional y reflexiva que un
estilo más literario o poético: ¿Es decir, qué Filosofía y Literatura son actividades
intercambiables? Esta discusión ameritaría un tratado por sí sola; pero, para
efecto de nuestro ensayito, bástenos decir que , grosso modo, sí comparten
muchos elementos en común; pero el principal punto de diferenciación consiste
en que la retórica literaria, comúnmente, busca creaciones metafóricas sin más
afán que transmitir un sentido o un mensajes; en tanto en que la retórica filosófica prima la
pretensión de verdad y no sólo la expresión metafórica.
Finalmente, otra
temática de controversia podría ser el carácter poco consensuado de la
producción racional filosófica. De hecho, hacer de la la "razón" una
hipóstasis o de lo racional como un bloque monolítico es lo más alejado que
pueda haber de la tradición filosófica. En esta, parecieran existir trincheras por todos lados: es un mar de
contradicción, que carece de los altos niveles de consenso logrados en la
Ciencia.
Dejando de lado el
hecho de que hay muchísimos temas de disenso en el mundo científico, podríamos
replicar que la Filosofía, sí ha logrado
altos niveles de consenso en lo que concierne al reconocimiento, por
parte de la comunidad académica, de la importancia de integrar presupuestos
filosóficos (lógicos, epistemológicos, éticos, estéticos, ontológicos) al
momento de profundizar el análisis del conocimiento. Cuáles serían esos
presupuestos específicos es arena de otro costal, pero aceptar
valor del examen filosófico en estos menesteres es algo que ningún
académico serio pondría en cuestión.
Por otro lado,
podríamos preguntarnos, ¿qué es lo que alimenta el pensamiento crítico: las
"verdades" recibidas o los acicates para seguir pensando y
cuestionando más? Sobre este particular, aunque lo más probable es que
pocos/as estarán dispuestos/as a
asumir el reto, coincido con García Morente cuando señalaba, en sus
Lecciones Preliminares, que la Filosofía es, ante todo, una experiencia personal...
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