Considero que, tanto la madre como el padre, tienen una gran responsabilidad, que es la de cuidar de sus hijos, puesto que éstos aprenden cada ejemplo de las figuras de adulta. Está claro que todo padre o madre desea que sus hijos tengan una vida feliz; pero, ¿qué ocurre cuando las familias ya no son las mismas y empiezan los conflictos de pareja?, ¿qué pasará por la mente de los hijos al ver estas situaciones? Y más aún, me pregunto, al momento del divorcio, ¿cómo se armoniza la libertad personal de mamá y papá a la separación y el derecho a la familia de los hijos?…
En cuanto a la libertad personal, creo que es muy
valiosa para todo ser humano, nadie debería estar atado a situaciones que no
desee o que vayan en contra de su voluntad; sin embargo, todo niño debe tener
derecho a una familia, a ver a su mamá y papá, sentir el calor y amor de un
hogar, saber que siempre va a haber dos personas con las que puede contar para
momentos buenos tanto como malos; justo aquí es donde surge una pregunta ¿cuáles
son los motivos de las peleas? Son diversos los factores que las causan; por
ejemplo, la tecnología (como los
celulares) suele mantener distantes a
los miembros de la familia; el trabajo
deja un corto lapso de tiempo para convivir con tus seres queridos…
Aunque también puede mencionarse otro factor, bastante común: alguno de
los cónyuges encuentra un ‘mejor amor’ en otro lado… pero y su ¿cónyuge?
¿y sus hijos? ¿ya no encontraba amor en
ese lecho familiar? Es ahí cuando recuerdo las palabras del Fray Gustavo
Elizondo Chávez, quien un día dijo: “cuando
una pareja matrimonial se divorcia y dicen no soportar al otro, no es porque
ellos se han dejado de querer, sino que se perdió la comunicación”.
Pensando, más tarde, acerca de
esa frase, comprendí la diferencia que hay entre una familia en donde los padres están
pendiente de sus hijos y todos interactúan: una familia en donde, justo después
de cenar, por ejemplo, se cuentan cómo
les fue en el día y, si hay un problema grande,
todos aportan soluciones y los afrontan juntos.
Por otra parte, una familia sin comunicación, sería una en la cual los
hijos se encargan de sí mismos, puesto
que, al anochecer, llegan sus padres tan cansados del trabajo, que cualquier cosa podría hacerlos estallar y
empezar a discutir, lo que provoca que el “hogar” aquel sea un lugar en donde
nadie quiere llegar.
Es entonces cuando los hijos e hijas encuentran
en la calle esos supuestos “mejores amores”; además, los cónyuges, llenos de ira , al saber de la infidelidad que
cometió uno de ellos, no encuentran más salida que el divorcio, sin pensar en
más que su independencia y culpar al otro miembro de lo que pasó… Ahora bien,
mientras estos juegan a la papa caliente para decidir quién tuvo la culpa o
quién se queda con la casa o el carro e incluso discuten la tutela de los
hijos, ¿piensan los padres en cómo afecta la situación a sus hijos? Por
supuesto que no, y aún más interesante ¿que pasa por la mente de los hijos? Lo
más probable es que no entiendan que está pasando o cuál fue el motivo de tales
repentinas acciones por parte de sus padres; en el afán de responder esas preguntas por sí mismos,
se entristecen, pues su derecho a ser felices en una familia se está viniendo
al piso y se destroza. Se enfrentan, muchas veces, con la difícil situación de
tener que elegir con quién desean vivir,
cargar con el pensamiento de que eligió a este y al otro no: cuestiones como estas hacen que los hijos tengan cambios
de estados; incluso podrían hasta sonreír, aunque estén deprimidos, para ocultar su vulnerabilidad; otros lo expresan estando alejados y queriendo
olvidarse de esos problemas mediante vicios y asociándose con personas
totalmente desconocidas, por querer
desahogarse; y, en casos más extremos, el dolor de no querer aceptar esta realidad, los lleva al suicidio
Sé que, alrededor del mundo, muchos
adolescentes se sienten identificados, pues esto de las disoluciones familiares
se vuelve cada vez más popular y ahora la pregunta final es ¿quién ganara esta
batalla?
Podría decirse que la libertad personal de
los padres es más importante, pero en este caso me temo que, para mí, no aplica ,pues, considero que los padres,
como personas adultas, deben razonar mejores opciones, no ir tras un
capricho , sin pensar que sus
propios hijos son los más vulnerables y
afectados.
Considero que, en estos casos,
debería ganar el derecho a una familia,
pues esta es la base de la sociedad y ésta
necesita de esos hijos, para que contribuyan a cosas positivas, mostrando los
valores y enseñanzas de su figura paterna y materna, y como dice Gilbert Keith
Chesterton “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la
libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica.
Ahí veo yo la importancia de la familia.”
Quizás no tengamos el poder de cambiar el
mundo, pero es fundamental que, en nuestras familias, promovamos el amor y la
comunicación y, estoy convencida, de que los resultados que obtendremos serán una
verdadera libertad personal y la felicidad de todos.