lunes, 13 de julio de 2015

Derecho a la Libertad Personal vs Derecho a una familia

                                                         Por:  Angélica Montenegro, X O, Curso de Ética
    Considero que,   tanto  la madre como  el padre, tienen una gran responsabilidad,  que es la de cuidar de sus hijos,  puesto que éstos aprenden cada ejemplo de las figuras de adulta. Está claro que  todo padre o madre desea que sus hijos tengan una vida feliz;  pero, ¿qué ocurre cuando las familias ya no son las mismas y empiezan los conflictos de pareja?,  ¿qué pasará por la mente de los hijos  al ver estas situaciones? Y más aún, me pregunto, al momento del divorcio, ¿cómo se armoniza la libertad personal de mamá y papá a la separación y  el derecho a la familia de los hijos?…
   En cuanto a la libertad personal, creo que  es  muy valiosa para todo ser humano, nadie debería estar atado a situaciones que no desee o que vayan en contra de su voluntad; sin embargo, todo niño debe tener derecho a una familia, a ver a su mamá y papá, sentir el calor y amor de un hogar, saber que siempre va a haber dos personas con las que puede contar para momentos buenos tanto como malos; justo aquí es donde surge una pregunta ¿cuáles son los motivos de las peleas? Son diversos los factores que las causan; por ejemplo,  la tecnología (como los celulares) suele mantener  distantes a los miembros de la familia;  el trabajo deja un corto lapso de tiempo para convivir con tus seres queridos…
  Aunque también puede mencionarse otro factor, bastante común: alguno de los cónyuges encuentra un ‘mejor amor’ en otro lado… pero y su ¿cónyuge? ¿y  sus hijos? ¿ya no encontraba amor en ese lecho familiar? Es ahí cuando recuerdo las palabras del Fray Gustavo Elizondo Chávez,  quien un día dijo: “cuando una pareja matrimonial se divorcia y dicen no soportar al otro, no es porque ellos se han dejado de querer, sino que se perdió la comunicación”.
   Pensando, más tarde,  acerca de esa frase, comprendí la diferencia que hay entre  una familia en donde los padres están pendiente de sus hijos y todos interactúan: una familia en donde, justo después de cenar, por ejemplo, se  cuentan cómo les fue en el día y,  si hay un problema grande, todos aportan soluciones y los afrontan juntos.
   Por otra parte, una familia sin comunicación, sería una en la cual los hijos se encargan de sí mismos,  puesto que, al anochecer, llegan sus padres tan cansados del trabajo,  que cualquier cosa podría hacerlos estallar y empezar a discutir, lo que provoca que el “hogar” aquel sea un lugar en donde nadie quiere llegar.
 Es entonces cuando los hijos e hijas   encuentran en la calle esos supuestos “mejores amores”; además, los cónyuges,  llenos de ira , al saber de la infidelidad que cometió uno de ellos, no encuentran más salida que el divorcio, sin pensar en más que su independencia y culpar al otro miembro de lo que pasó… Ahora bien, mientras estos juegan a la papa caliente para decidir quién tuvo la culpa o quién se queda con la casa o el carro e incluso discuten la tutela de los hijos, ¿piensan los padres en cómo afecta la situación a sus hijos? Por supuesto que no, y aún más interesante ¿que pasa por la mente de los hijos? Lo más probable es que no entiendan que está pasando o cuál fue el motivo de tales repentinas acciones por parte de sus padres;  en el afán de responder esas preguntas por sí mismos, se entristecen, pues su derecho a ser felices en una familia se está viniendo al piso y se destroza. Se enfrentan, muchas veces, con la difícil situación de tener  que elegir con quién desean vivir, cargar con el pensamiento de que eligió  a este y al otro no:  cuestiones  como estas hacen que los hijos tengan cambios de estados; incluso podrían hasta sonreír,  aunque estén deprimidos,  para ocultar su vulnerabilidad;  otros lo expresan estando alejados y queriendo olvidarse de esos problemas mediante vicios y asociándose con personas totalmente desconocidas,  por querer desahogarse; y, en  casos más extremos,  el dolor de  no querer aceptar esta realidad,  los lleva al suicidio
    Sé que, alrededor del mundo, muchos adolescentes se sienten identificados, pues esto de las disoluciones familiares se vuelve cada vez más popular y ahora la pregunta final es ¿quién ganara esta batalla?
    Podría decirse que la libertad personal de los padres es más importante, pero en este caso me temo que, para mí,  no aplica ,pues, considero que los padres, como personas adultas, deben razonar mejores opciones, no ir tras   un  capricho ,  sin pensar que sus propios  hijos son los más vulnerables y afectados.
  Considero que, en estos casos,  debería  ganar el derecho a una familia, pues  esta es la base de la sociedad y ésta necesita de esos hijos, para que contribuyan a cosas positivas, mostrando los valores y enseñanzas de su figura paterna y materna, y como dice Gilbert Keith Chesterton “El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia.” 
    Quizás no tengamos el poder de cambiar el mundo, pero es fundamental que, en nuestras familias, promovamos el amor y la comunicación y, estoy convencida, de que  los resultados que obtendremos serán una verdadera libertad personal y la felicidad de todos.

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