Por
Pilar Barahona, Curso de Ética, X° Q
Muchos
conocemos la frase ‘’Las apariencias engañan’’… Pero pocos
conocemos lo que se esconde tras esa máscara que cada uno de
nosotros fabrica. Para entender esto, no debemos irnos muy lejos, ya
que vivimos en una sociedad “fragmentada”, en donde nosotros como
jóvenes estamos dominados por la continua necesidad de ser
‘aceptados, amados y ser importante para los demás.
Para
empezar, tenemos que ser realistas: vivimos en una sociedad donde la
delincuencia está a la orden del día , salimos y no sabemos si a la
vuelta de la esquina nos asaltarán y nos decimos con sorpresa:”¡pero
él/ella no parece ladrón (a)!” Lamentablemente, hoy en día, si
uno se encuentra a alguien por la calle, que puede estar haciendo su
trabajo, pero tiene un tatuaje o arete y enseguida pensamos que es
un ladrón y es aquí donde también entra la discriminación:
juzgamos sin saber, haciéndonos ideas erróneas sin saber los
sentimientos y verdaderas intenciones de las personas.
También
están las personas que, con en la primera impresión nos caen mal,
nos parecen “groseras”, ‘’raros”, y, después, terminan
siendo personas valiosas, e incluso, grandes amigos nuestros.
Dejando
un poco de lado lo físico, los títulos y todas aquellas virtudes
que puediera llegar a tener una persona , también podemos hablar
algo de los sentimientos:
Muchos de los que nos rodean sufren o aparentan algo que ni ellos
mismo se creen , construyendo una máscarade apariencias y , sin
embargo , nadie lo sabe, nadie lo nota, porque siempre esa persona
está con una sonrisa en su rostro, sin importar que muera por
dentro, nos da lo mejor de sí y nos brinda su ayuda sin esperar nada
a cambio.
Queda
claro que nosotros mismo nos encarcelamos dentro de un mundo ficticio
donde la opinión de una tercera persona vale más que nuestra
opinión y aquí hablamos sobre los amigos, familiares etc… en
realidad no descubrimos el ¿Quién soy? No me pregunto qué
cualidades tengo, cuál es mi talento?. Hay muchas ocasiones en que
debemos dejar de perseguir tanto la aprobación de lo demás y, en
lugar de ello, fortalecer nuestra autoestima, en base de lo que
realmente somos, para no llegar al punto en que uno mismo sea su
propia competencia. Es común que el ser humano desee irse por el
camino más fácil , siendo esclavo de los demás, complaciendo
hasta el último detalle para ser aceptado. Por ejemplo, en una
ocasión escuchaba a una persona, mayor de 30 años, que trabajaba
como secretaria de un banco de gran renombre , y era ridículo
escucharla como hablaba de ropa de marca, autos, viajes, postgrados,
etc… con una soltura impresionante, todo simplemente para intentar
“cauitvar" a los que la escuchaban, aunque ella, íntimamente
no se sentía an armonía consigo.
Debemos
tener presente valores como lo son el amor, el respeto, la libertad
y como base principal la autoestima
, que juegan un papel importante en nuestras vidas ,ya que debemos
valorarnos por lo que somos y no por lo que tenemos.
“La
idea es quitarse el peso de encima y salir de este círculo vicioso.
Al hacerlo la persona entiende que es mucho más agradable vivir de
una manera más auténtica y conectada con sus potenciales que vivir
en la superficialidad”, Lucía
Godoy.
Felicidades por atreverse
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