domingo, 9 de septiembre de 2012

Dr. José Dolores Moscote

    El Instituto José Dolores Moscote debe su nombre al Dr. José Dolores Moscote. Si bien es cierto el Dr. Moscote fue un  hombre apasionado por las letras y la promoción de la cultura, es justo reconocer que no  sólo fue un intelectual de gabinete, sino que también se preocupó por echar los cimientos de la instrucción pública panameña: se desempeñó como  organizador y Rector del Instituto Nacional, la institución académica más prestigiosa de la época; a tal punto que nuestra Universidad de Panamá tuvo su génesis en los recintos el Instituto Nacional, llamado cariñosamente “Nido de Águilas” por muchos/as panameños/as.
  Disfrutemos algunos de los pensamientos del Dr. Moscote, cuyo “idearium” y obra dejaron huellas imperecederas en el patrimonio intelectual de nuestro Istmo:

“Lo que yo condeno, con toda la vehemencia de que soy capaz, es la ciega intransigencia sectaria con que otros condenan toda conducta que no se ajuste al ideal que ellos se han formado”



“¿Qué debemos pensar de aquellos que se creen llamados a todas las posiciones, que de todo saben y en todo aparecen como seres necesarios, cuya ambición no se sacia jamás? Ellos pueden abrigar la ilusión de que dominan el mundo, bien que la verdad es que el mundo se ríe de ellos. La vida es ciertamente una invitación a la lucha, pero para poder luchar y confiar en el triunfo lo primero es conocernos a nosotros mismos, como decía Sócrates”.



“Este oficio, de descubridor de perspectivas, de señalador de posibilidades y de sugeridor de ideales, es lo esencial del que acepta las graves responsabilidades de una cátedra, y es por eso por lo que el mejor catedrático no es el que más cosas enseña, ni el que mayor número de almas forja a imagen de la suya propia, sino el que más espíritus ayuda a encaminarse hacia el ideal de vivir una vida individual, sin trasuntos de influencias de otras individualidades”.



“El espíritu de secta, el espíritu de una minoría pretenderá que la educación moral debe ajustarse al patrón que él ha ideado para determinar la conducta de sus adeptos. El espíritu que informa una educación liberal sólo exige una actitud de comprensión y de análisis que permita al individuo encontrar por sí mismo las normas objetivas de conducta a que debe someterse como miembro de una comunidad para llenar mejor su cometido de hombre y de ciudadano”.

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