Consideraciones Preliminares
A
primera vista, el título del presente trabajo puede parecer traído un poco por
los cabellos, no sólo por el hecho de que los autores en cuestión pertenecen a
dos tradiciones tan profundamente
distintas, sino, incluso, por el estilo categorial y discursivo tan disímil que
se evidencia entre las mismas. No obstante, si revisamos algunos trabajos muy
puntuales de los mismos, nos percataremos de que existen puntos de contacto,
cuya exploración no sería del todo
ociosa a los efectos de dilucidar algunos puntos sobre la idea de objetividad
e, incluso, de neutralidad en las ciencias
sociales.
La
revisión sobre la temática se elaborará tomando, básicamente, como referencia
los siguientes textos:
- Nagel, Ernest- “El sesgo valorativo de la investigación social”, que , a su vez,
aparece como punto 5, del capítulo XIII,
en La estructura de la ciencia
- Habermas, Jürgen- “Un fragmento(1977): Objetivismo en las ciencias sociales ,
aparecido en su Lógica de las ciencias sociales.
- Habermas, Jürgen- “La problemática de la comprensión en las ciencias sociales”, tomado
de Teoría de la acción comunicativa.,
t. I.
Mediante este texto se busca esclarecer, en términos generales, cómo se
enmarca la idea en torno a la posibilidad de la objetividad de las ciencias
sociales.
Está estructurado en tres ejes temáticos básicos: El primer acápite,
intitulado “Introducción a la idea de
“neutralidad valorativa”, pretende ofrecer una aproximación general y
sintética de algunas nociones generales que se pueden inferir sobre la
objetividad y la neutralidad en las obras de Nagel y Habermas. El segundo, ofrece algunas luces sobre el
papel jugado por la “intersubjetividad” desde la perspectiva de nuestros
autores. Y, finalmente, el último acápite nos ofrece características más
puntuales sobre cómo se postula la idea
objetividad-neutralidad en los autores aludidos.
De
hecho, somos conscientes de los peligros que involucra tal pretensión, sobre
todo teniendo presente la escasez de tiempo para comprender el tratamiento de
algunas categorías y la madurez teórica que presupone enfrentarse con un autor
como Habermas. No obstante, es dable dejar claro que este aporte, más que
aspirar a una gran originalidad, lo que busca es ser un aliciente personal para
estimular las habilidades hermenéuticas
que debe explotar cualquier persona que se llame amante de la Filosofía.
I. Introducción a la idea de “neutralidad valorativa”:
Nagel inicia sus reflexiones en trono al punto en cuestión como un
intento por salvar el rigor y la seriedad del quehacer del científico social:
Un primer aspecto que comienza por discutir es el ataque que frecuentemente se
les hace a las ciencias sociales, en el sentido de que adolecen de rigurosidad,
toda vez que los resultados de las investigaciones de las mismas no serían más
que un producto “contaminado” por los valores sociales a los cuales se adhieren
sus estudiosos.
Todo
ello traería, además, como consecuencia una serie de dificultades
metodológicas, ya que, desde la perspectiva de los detractores de las ciencias
sociales, esos ingredientes subjetivos que “tiñen el contenido de los
hallazgos”, pondrían en tela de duda la objetividad y neutralidad que se supone
deben revestir a toda ciencia.
En
este punto, Nagel no discute la idea de que haya un elemento subjetivo que
“tiña” la investigación social. Sin embargo, estima que tal hecho, de ningún
modo da pie a sostener que, por ello,
las ciencias sociales se desvirtúen en su índole lógica. Y sostiene, por su
parte, que la asunción de que los intereses del científico determinen los
objetos que elija para investigar:
“(…) no constituye en sí mismo ningún obstáculo para la
prosecución de investigaciones
objetivamente controla
das en cualquier disciplina”[1]
Como ya hemos podido percatarnos,
Nagel no niega el hecho de que se involucren ingredientes subjetivos a la hora
de hablar de investigación en ciencias sociales.
Sin lugar a dudas, Habermas, a este respecto, compartiría con Nagel su
tesis de que la idea de una objetividad tal que excluya el juicio valorativo
del investigador es una ilusión(o “maniobra de evitación”, como diría el mismo
Habermas , (cfr.Habermas, 1990, p. 476).
Ahora bien, Habermas va un poco más allá, no sólo atacando el objetivismo
social por todos los flancos, sino también replanteando la discusión en
términos de acción comunicativa. Ahora bien, este punto forma parte del próximo
acápite, al cual pasamos de inmediato.
II. Introducción de la noción de
intersubjetividad:
Para poder entender el
planteamiento habermasiano en esta materia, es imperativo, en primera
instancia, tener claro dos conceptos básicos, implementados por Habermas en el
marco de la reflexión sobre Skjervheim, en la
teoría de la acción comunicativa : actitud objetivante y actitud realizativa:
- “Quien, en el papel de primera persona, observa algo en el mundo o hace un enunciado acera de algo en el mundo, adopta una actitud objetivante”.
- “Quien, por el contrario, participa en una comunicación y en el papel de primera persona(ego), entabla una relación subjetiva con una segunda persona( alter), que, a su vez, en tanto que alter ego, se relaciona con
ego como una segunda persona, adopta no una
actitud objetivante,
sino, como diríamos hoy, una
actitud realizativa”[2]
Hecha esta distinción fundamental, podemos explorar ahora cómo intenta
integrar la idea de intersubjetividad en las ciencias sociales. Puesto
que es sumamente arriesgado pretender
realizar una paráfrasis de Habermas, a continuación cito su explicación de este
aspecto, para, posteriormente, hacer algunas observaciones personales. Apunta
Habermas en el fragmento mencionado en la introducción:
“Me refiero a la idea de que la teoría de la
ciencia no puede re
legar al terreno de
la psicología de la investigación los proce
sos de
entendimiento que tienen lugar en el seno de la comuni
dad de comunicación de los investigadores, sino que
ha de to
marse en serio
dentro de la lógica de la investigación como el
plano que son de
intersubjetividad en que se desarrollan las
teorías [3]
Y,
más lapidario aún, sostendrá más
adelante:
“
El científico social, al pasar, después de la actitud reali
zativa en que ha
tenido acceso a los datos, a una actitud
objetivante, en
que en que los describe, no puede neutralizar,
ni siquiera a
posteriori, la cuota que, al tomar
postura, ha
tenido en la
producción del contexto de experiencia”[4]
Como
ya habíamos dejado dicho en el primer acápite, Habermas se plantea la temática
del objetivismo en términos de la acción comunicativa como marco referencial.
Es decir, Habermas no puede concebir la idea del desarrollo de la ciencia
social en términos meramente monológicos.
Ahora bien,
hay que tener presente que para Nagel esta propuesta no es desconocida. Sostiene Nagel que lo que la va a dar validez a los
resultados de la ciencia social es que sus hallazgos deben pasar por el tamiz
de los “mecanismos autocorrectivos de la ciencia como empresa social”, ya que
esos resultados estarán sometidos al examen crítico de una “comunidad
indefinidamente grande de estudiosos” (Cfr. Nagel, 1981, p. 441).
No
obstante lo antedicho, el sentido que le dan a la comunidad nuestros dos
autores no es para nada concebido de modo idéntico: Mientras que para Nagel, el
papel de la comunidad, que debe ser de expertos y de especialistas, sólo juega
un papel trascendental a la hora de validar los planteamientos del investigador
social individual; para Habermas la idea
de comunidad debe participar inclusive en el proceso de construcción o
formación de ese corpus investigativo, para evitar caer en el “solipsismo
metodológico”. Y no sólo eso, sino que para Habermas la práctica de la
investigación comparte una estructura similar a la de la práctica cotidiana. O
sea, que, aquí, para Habermas, no sólo es fundamental la idea de una mera
comunidad de expertos, sino también los ingredientes de un “mundo social de la
vida”; es decir, los presupuestos de lenguaje (comunicación) y acción.
Ahora bien,¿ sobre la base de qué sustenta Habermas este particular
valor que le otorga a estos elementos? Esto lo hace partiendo de la premisa
fundamental de que el mundo social de la vida sólo se “abre” a un sujeto que
hace uso del lenguaje y de la acción
para establecer relaciones interpersonales de comunicación, orientadas al
entendimiento (Cfr. Habermas, 1990, p. 460).
III. Sobre posibilidad de una
objetividad metodológica:
Nagel, si bien no subestima la dificultad que supone el planteamiento de
una neutralidad u objetividad en las ciencias sociales, no descarta su posibilidad. Al cuestionamiento
básico de que las concepciones, esquemas teóricos, juicios, etc. del científico
social vienen condicionados por su educación y el contexto sociocultural en el
cual se desenvuelve, responde, entre otras cosas, que:
“ (…) no
hay elementos de juicio adecuados que demues
tren que los
principios utilizados en la investigación social
para evaluar los
productos intelectuales estén necesaria
mente determinados por la perspectiva
social del investi
dador” [5]
Es
más, Nagel va mucho más allá, e introduce una distinción interesante en cuanto
a los juicios de valor: introduce la noción de juicios de valor caracterizadores, por un lado, y
la de juicios de valor apreciativos,
por otro. Ampliemos un poco esto:
§ Juicios
de valor caracterizadores:
“Evaluaciones de los elementos de juicio que afirman la presencia(o ausencia)
en cierto grado de una característica determinante en un caso dado”.
§ Juicios
de valor apreciativos: “Evaluaciones
según las cuales un estado de cosas imaginado o real es digno de aprobación o
desaprobación”.
Elaborada esta distinción fundamental, Nagel llega a la conclusión de que, en el proceso
de investigación social:
“Aunque los juicios caracterizadores están
necesariamente
implicados
por muchos juicios apreciativos, el emitir juicios apreciativos no es una condición necesaria para emitir
juicios caracterizadores”[6]
En
fin, desde la óptica nageliana, aunque difícil, sí es realizable una
objetividad en las ciencias sociales, por lo menos en el ámbito
lógico-metodológico
Ahora bien, las reflexiones sobre objetividad y neutralidad en las
ciencias sociales alcanzan su mayor complejidad conceptual a la hora de sobrepasar el alcance de los planteamientos del
“programa cientificista”. Siguiendo el curso de las reflexiones habermasianas, todos
partimos de un mundo de la vida, una realidad simbólicamente preestructurada.
Tomando como base esa tesis, Habermas describe y critica el modelo
objetivista, cientificista, que procuraría una estatus científico, una
objetividad, desvinculando el ámbito objetual ( la realidad estudiada) de la
acción comunicativa, que es la que favorece un saber preteórico sobre la base
de los procesos de socialización. Así, pues, haciendo un poco más explícita
esta telaraña de ideas, podemos decir que, para Habermas, el error del programa
cientificista radica en el hecho de que persigue un status científico
“alumbrado” desde dentro de la realidad simbólicamente preestructurada: es
decir, desde la mera perspectiva del participante; lo que supondría que las
teorías que ya no tendrían que recurrir como fuentes de información:
o
Ni a la autocomprensión
intuitiva
o
Ni al saber preteórico reconstruible de
sujetos cognoscentes, hablantes y
agentes
Lo cual, en síntesis, se traduciría en un abordaje del ámbito fenoménico desde afuera,
desde la perspectiva del observador: que, a su vez, garantizaría las teorías
con status científico ( cfr. Habermas ,1990, pp. 472 , 473).
Este ideal objetivista no deja de ser una ilusión para Habermas, toda
vez que él considera que:
“Tampoco el
observador científico goza de un acceso
privile-
giado al ámbito
objetual, sino que ha de servirse de los proce-
dimientos de
interpretación que domina intuitivamente y que
adquirió de forma no
reflexiva como miembro de un grupo
social. [7]
De allí que no sea raro que
Habermas enfatice la tesis de que el interprete social
debe sacar su “saber” del contexto de
comunicación: El mundo de la vida, la realidad simbólicamente preestructurada,
en la cual todos nos hallamos insertos, no puede ser comprendida con los ojos
de un “observador incapaz de comunicación” .
La
realidad simbólicamente preestructurada (el mundo de la vida) constituye un
plexo que nos resultará incomprensible si insistimos en captarla meramente
como observadores incapaces de
comunicación (actitud objetivante).
Será
la actitud realizativa la que favorecerá una acción orientada según
“pretensiones de validez”, favoreciendo el proceso de comprensión.
Conclusiones Básicas
- Tanto desde la perspectiva de Nagel como desde
la de Habermas, la objetividad y la neutralidad en las ciencias sociales
suponen una dificultad significativa.
- En la vertiente cientista de Nagel, la
problemática de la neutralidad se resuelve distinguiendo en los juicios del investigador
una dimensión lógico-metodológica que, en modo alguno debe afectar la
naturaleza objetiva que debe poseer el trabajo de investigación.
-Por su parte, Habermas parte de la premisa de
que un ideal objetivista, por lo menos como lo conciben los cientificistas,
está condenado al fracaso, en el sentido de que los investigadores sociales no
parten del vacío, de una tabula rasa, sino que se insertan en un mundo de la
vida, con elementos preteóricos, que es necesario comprender, de cara a la
comprensión de un mundo objetual.
- Ahora bien, esa comprensión del mundo de la
vida no puede ser una labor simplemente individual, sino que debe involucrar la
comunidad, ya que ese mundo de la vida no es una función solipsista, sino que
ha sido favorecido y producido por una comunidad de individuos que interactúan.
- La idea de comunidad de hablantes, que se
comunican, que, para Habermas, juega un rol fundamental, desde el momento mismo
productivo del saber; es un elemento que cobrará importancia en Nagel sólo en
el momento que los productos de la investigación( que bien pudo ser una labor
individual), tienen que ser sometidos a la validación ante una comunidad de
expertos.
[1]Nagel, Ernest(1981)- La estructura de la
ciencia. España. Ediciones Paidos, p.
439.
[2] Habermas, Jürgen(2001)-Teoría
de la acción comunicativa, t. I. España. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara,S.A.,
p. 159.
[3] Habermas, Jürgen(1990)- La
lógica de las ciencias sociales. España. Editorial Tecnos, S.A., p. 463.
[4] Ibídem, Pág. 467.
[5] Nagel,1981, p. 444.
[6] Ibídem, 445.
[7] Habermas, Jürgen(2001) -Teoría
de la acción comunicativa, t. I. España. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara,S.A.
2001, p. 176.
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