sábado, 24 de marzo de 2012

EVALUACIÓN DE LA IDEA DE OBJETIVIDAD A LA LUZ DE LAS REFLEXIONES DE ERNEST NAGEL Y DE JÜRGEN HABERMAS




Consideraciones Preliminares

        A primera vista, el título del presente trabajo puede parecer traído un poco por los cabellos, no sólo por el hecho de que los autores en cuestión pertenecen a dos tradiciones tan  profundamente distintas, sino, incluso, por el estilo categorial y discursivo tan disímil que se evidencia entre las mismas. No obstante, si revisamos algunos trabajos muy puntuales de los mismos, nos percataremos de que existen puntos de contacto, cuya  exploración no sería del todo ociosa a los efectos de dilucidar algunos puntos sobre la idea de objetividad e, incluso, de neutralidad en las  ciencias sociales.

      La revisión sobre la temática se elaborará tomando, básicamente, como referencia los siguientes textos:

-  Nagel, Ernest- “El sesgo valorativo de la investigación social”, que , a su vez, aparece  como punto 5, del capítulo XIII, en La estructura de la ciencia
-   Habermas, Jürgen- “Un fragmento(1977): Objetivismo en las ciencias sociales , aparecido en su Lógica de las ciencias sociales.
-   Habermas, Jürgen- “La problemática de la comprensión en las ciencias sociales”, tomado de  Teoría de la acción comunicativa., t. I.

       Mediante este texto se busca esclarecer, en términos generales, cómo se enmarca la idea en torno a la posibilidad de la objetividad de las ciencias sociales.
 
        Está estructurado en tres ejes temáticos básicos: El primer acápite, intitulado “Introducción a la idea de “neutralidad valorativa”, pretende ofrecer una aproximación general y sintética de algunas nociones generales que se pueden inferir sobre la objetividad y la neutralidad en las obras de Nagel y Habermas.  El segundo, ofrece algunas luces sobre el papel jugado por la “intersubjetividad” desde la perspectiva de nuestros autores. Y, finalmente, el último acápite nos ofrece características más puntuales sobre  cómo se postula la idea objetividad-neutralidad en los autores aludidos.

       De hecho, somos conscientes de los peligros que involucra tal pretensión, sobre todo teniendo presente la escasez de tiempo para comprender el tratamiento de algunas categorías y la madurez teórica que presupone enfrentarse con un autor como Habermas. No obstante, es dable dejar claro que este aporte, más que aspirar a una gran originalidad, lo que busca es ser un aliciente personal para estimular las habilidades  hermenéuticas que debe explotar cualquier persona que se llame amante de la Filosofía.

I. Introducción  a la idea de “neutralidad valorativa”:

      Nagel inicia sus reflexiones en trono al punto en cuestión como un intento por salvar el rigor y la seriedad del quehacer del científico social: Un primer aspecto que comienza por discutir es el ataque que frecuentemente se les hace a las ciencias sociales, en el sentido de que adolecen de rigurosidad, toda vez que los resultados de las investigaciones de las mismas no serían más que un producto “contaminado” por los valores sociales a los cuales se adhieren sus estudiosos.

     Todo ello traería, además, como consecuencia una serie de dificultades metodológicas, ya que, desde la perspectiva de los detractores de las ciencias sociales, esos ingredientes subjetivos que “tiñen el contenido de los hallazgos”, pondrían en tela de duda la objetividad y neutralidad que se supone deben revestir a toda ciencia.

     En este punto, Nagel no discute la idea de que haya un elemento subjetivo que “tiña” la investigación social. Sin embargo, estima que tal hecho, de ningún modo da pie a  sostener que, por ello, las ciencias sociales se desvirtúen en su índole lógica. Y sostiene, por su parte, que la asunción de que los intereses del científico determinen los objetos que elija para investigar:

                  “(…) no constituye en sí mismo ningún obstáculo para la
                 prosecución de investigaciones objetivamente controla
                das en cualquier disciplina”[1]

      Como  ya hemos podido percatarnos, Nagel no niega el hecho de que se involucren ingredientes subjetivos a la hora de hablar de investigación en ciencias sociales.

       Sin lugar a dudas, Habermas, a este respecto, compartiría con Nagel su tesis de que la idea de una objetividad tal que excluya el juicio valorativo del investigador es una ilusión(o “maniobra de evitación”, como diría el mismo Habermas , (cfr.Habermas, 1990, p. 476).

      Ahora bien, Habermas va un poco más allá, no sólo atacando el objetivismo social por todos los flancos, sino también replanteando la discusión en términos de acción comunicativa. Ahora bien, este punto forma parte del próximo acápite, al cual pasamos de inmediato.

II. Introducción de la noción de intersubjetividad:

       Para poder entender  el planteamiento habermasiano en esta materia, es imperativo, en primera instancia, tener claro dos conceptos básicos, implementados por Habermas en el marco de la reflexión sobre Skjervheim, en la
teoría de la acción comunicativa : actitud objetivante y actitud realizativa:

  • “Quien, en el papel de primera persona, observa algo en el mundo o hace un enunciado acera de algo en el mundo, adopta una actitud objetivante”.
  • “Quien, por el contrario, participa en una comunicación y en el papel de primera persona(ego), entabla una relación subjetiva con  una segunda     persona( alter), que, a su vez, en tanto que alter ego, se relaciona con 
             ego   como una segunda persona, adopta no una actitud objetivante,
            sino, como diríamos hoy, una actitud realizativa”[2]


     Hecha esta distinción fundamental, podemos explorar ahora  cómo intenta  integrar la idea de intersubjetividad en las ciencias sociales. Puesto que  es sumamente arriesgado pretender realizar una paráfrasis de Habermas, a continuación cito su explicación de este aspecto, para, posteriormente, hacer algunas observaciones personales. Apunta Habermas en el fragmento mencionado en la introducción:

                           
                             “Me refiero a la idea de que la teoría de la ciencia no puede re
                            legar al terreno de la psicología de la investigación los   proce
                            sos de entendimiento que tienen lugar en el seno de la comuni
                            dad de  comunicación de los investigadores, sino que ha de to
                            marse en serio dentro de la lógica de la investigación como el
                            plano que son de intersubjetividad en que se desarrollan las
                            teorías [3]
 
    Y, más lapidario aún,  sostendrá más adelante:


                               “ El científico social, al pasar, después de la actitud  reali
                               zativa en que ha tenido acceso a los datos, a una actitud
                              objetivante, en que en que los describe, no puede neutralizar,
                              ni siquiera a posteriori,   la cuota que, al tomar postura, ha
                              tenido en la producción del contexto de experiencia”[4]


    Como ya habíamos dejado dicho en el primer acápite, Habermas se plantea la temática del objetivismo en términos de la acción comunicativa como marco referencial. Es decir, Habermas no puede concebir la idea del desarrollo de la ciencia social en términos meramente monológicos.
  Ahora bien, hay que tener presente que para Nagel esta propuesta no es desconocida.  Sostiene Nagel  que lo que la va a dar validez a los resultados de la ciencia social es que sus hallazgos deben pasar por el tamiz de los “mecanismos autocorrectivos de la ciencia como empresa social”, ya que esos resultados estarán sometidos al examen crítico de una “comunidad indefinidamente grande de estudiosos” (Cfr. Nagel, 1981, p. 441).

      No obstante lo antedicho, el sentido que le dan a la comunidad nuestros dos autores no es para nada concebido de modo idéntico: Mientras que para Nagel, el papel de la comunidad, que debe ser de expertos y de especialistas, sólo juega un papel trascendental a la hora de validar los planteamientos del investigador social individual; para Habermas  la idea de comunidad debe participar inclusive en el proceso de construcción o formación de ese corpus investigativo, para evitar caer en el “solipsismo metodológico”. Y no sólo eso, sino que para Habermas la práctica de la investigación comparte una estructura similar a la de la práctica cotidiana. O sea, que, aquí, para Habermas, no sólo es fundamental la idea de una mera comunidad de expertos, sino también los ingredientes de un “mundo social de la vida”; es decir, los presupuestos de lenguaje (comunicación) y acción.

     Ahora bien,¿ sobre la base de qué sustenta Habermas este particular valor que le otorga a estos elementos? Esto lo hace partiendo de la premisa fundamental de que el mundo social de la vida sólo se “abre” a un sujeto que hace uso del lenguaje  y de la acción para establecer relaciones interpersonales de comunicación, orientadas al entendimiento (Cfr. Habermas, 1990, p. 460).


III. Sobre posibilidad de una objetividad  metodológica:

      Nagel, si bien no subestima la dificultad que supone el planteamiento de una neutralidad u objetividad en las ciencias sociales, no  descarta su posibilidad. Al cuestionamiento básico de que las concepciones, esquemas teóricos, juicios, etc. del científico social vienen condicionados por su educación y el contexto sociocultural en el cual se desenvuelve, responde, entre otras cosas, que:
                             
                               “ (…) no hay  elementos de juicio adecuados que  demues
                               tren que los principios utilizados en la investigación social
                               para evaluar los productos intelectuales estén necesaria
                              mente determinados por la perspectiva social del investi
                              dador” [5]

      Es más, Nagel va mucho más allá, e introduce una distinción interesante en cuanto a los juicios de valor: introduce la noción de juicios de valor caracterizadores, por un lado,  y la de juicios de valor apreciativos, por otro. Ampliemos un poco esto:

§  Juicios de valor caracterizadores: “Evaluaciones de los elementos de juicio que afirman la presencia(o ausencia) en cierto grado de una característica determinante en un caso dado”.
§  Juicios de valor apreciativos: “Evaluaciones según las cuales un estado de cosas imaginado o real es digno de aprobación o desaprobación”.
     


    Elaborada esta distinción fundamental, Nagel  llega a la conclusión de que, en el proceso de investigación social:                                                       

                            
                              “Aunque los juicios caracterizadores están necesariamente
implicados por muchos juicios apreciativos, el emitir juicios apreciativos  no es una condición necesaria para emitir juicios caracterizadores”[6]
 

     En fin, desde la óptica nageliana, aunque difícil, sí es realizable una objetividad en las ciencias sociales, por lo menos en el ámbito lógico-metodológico
     Ahora bien, las reflexiones sobre objetividad y neutralidad en las ciencias sociales alcanzan su mayor complejidad conceptual  a la hora de sobrepasar  el alcance de los planteamientos del “programa cientificista”. Siguiendo el curso de las reflexiones habermasianas, todos partimos de un mundo de la vida, una realidad simbólicamente preestructurada.

     Tomando como base esa tesis, Habermas describe y critica el modelo objetivista, cientificista, que procuraría una estatus científico, una objetividad, desvinculando el ámbito objetual ( la realidad estudiada) de la acción comunicativa, que es la que favorece un saber preteórico sobre la base de los procesos de socialización. Así, pues, haciendo un poco más explícita esta telaraña de ideas, podemos decir que, para Habermas, el error del programa cientificista radica en el hecho de que persigue un status científico “alumbrado” desde dentro de la realidad simbólicamente preestructurada: es decir, desde la mera perspectiva del participante; lo que supondría  que  las teorías que ya no tendrían   que recurrir  como fuentes de información:

o   Ni a la autocomprensión intuitiva

o    Ni al saber preteórico reconstruible de sujetos cognoscentes, hablantes y  agentes         

           Lo cual, en síntesis, se traduciría en   un   abordaje del ámbito fenoménico desde afuera, desde la perspectiva del observador: que, a su vez, garantizaría las teorías con status científico ( cfr. Habermas ,1990, pp. 472 , 473).

          Este ideal objetivista no deja de ser una ilusión para Habermas, toda vez que él considera que:

                            “Tampoco el observador científico  goza de un acceso privile-
                          giado al ámbito objetual, sino que ha de servirse de los proce-
                          dimientos de interpretación que domina intuitivamente y que
                          adquirió de forma no reflexiva como  miembro de un grupo
                         social. [7]
 

    De allí que no sea raro que Habermas enfatice la tesis de que el interprete social
debe sacar su “saber” del contexto de comunicación: El mundo de la vida, la realidad simbólicamente preestructurada, en la cual todos nos hallamos insertos, no puede ser comprendida con los ojos de un “observador incapaz de comunicación” .

    La realidad simbólicamente preestructurada (el mundo de la vida) constituye un plexo que nos resultará incomprensible si insistimos en captarla meramente como  observadores incapaces de comunicación (actitud objetivante).

   Será la actitud realizativa la que favorecerá una acción orientada según “pretensiones de validez”, favoreciendo el proceso de comprensión.

 
                                            Conclusiones Básicas


-  Tanto desde la perspectiva de Nagel como desde la de Habermas, la objetividad y la neutralidad en las ciencias sociales suponen una dificultad significativa.
-  En la vertiente cientista de Nagel, la problemática de la neutralidad se resuelve distinguiendo en los juicios del investigador una dimensión lógico-metodológica que, en modo alguno debe afectar la naturaleza objetiva que debe poseer el trabajo de investigación.
-Por su parte, Habermas parte de la premisa de que un ideal objetivista, por lo menos como lo conciben los cientificistas, está condenado al fracaso, en el sentido de que los investigadores sociales no parten del vacío, de una tabula rasa, sino que se insertan en un mundo de la vida, con elementos preteóricos, que es necesario comprender, de cara a la comprensión de un mundo objetual.
-  Ahora bien, esa comprensión del mundo de la vida no puede ser una labor simplemente individual, sino que debe involucrar la comunidad, ya que ese mundo de la vida no es una función solipsista, sino que ha sido favorecido y producido por una comunidad de individuos que interactúan.
-  La idea de comunidad de hablantes, que se comunican, que, para Habermas, juega un rol fundamental, desde el momento mismo productivo del saber; es un elemento que cobrará importancia en Nagel sólo en el momento que los productos de la investigación( que bien pudo ser una labor individual), tienen que ser sometidos a la validación ante una comunidad de expertos.


























[1]Nagel, Ernest(1981)- La estructura de la ciencia. España. Ediciones Paidos,  p. 439.
[2] Habermas, Jürgen(2001)-Teoría de la acción comunicativa, t. I. España. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara,S.A., p. 159.

[3] Habermas, Jürgen(1990)- La lógica de las ciencias sociales. España. Editorial Tecnos, S.A., p. 463.
[4] Ibídem, Pág. 467.

[5] Nagel,1981, p. 444.
[6] Ibídem, 445.
[7] Habermas, Jürgen(2001) -Teoría de la acción comunicativa, t. I. España. Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara,S.A. 2001, p. 176.


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