martes, 24 de enero de 2012

Filosofía y experiencia cotidiana

    Es muy  probable que lo que más daño le ha hecho a la Filosofía sea la presunción de que la reflexión filosófica funciona como una especie de secta hermética, con un léxico abstruso, vedado a todo  aquel que no esté  "iniciado". Un estereotipo caricaturesco de un saber de sillón que se muerde su propia cola formulándose interrogantes ajenas a la gente de la calle.
  En torno  estas aseveraciones, podemos indicar que, de hecho, la Filosofía sí dispone de lenguaje técnico, como cualquier área académica y que, igualmente, producto de los más recientes descubrimientos, se ha visto forzada a realizar ajustes en su marco conceptual, como en su momento lo hicieran la Biología y Química incipientes con sus respectivas ideas  acerca de la generación espontánea y del flogisto.
  No menos cierto es que gran número de filósofos/as se caracterizan por un lenguaje complejo e ininteligible para una cantidad importante de individuos. Sin embargo, respecto a temas tan complicados como los que suele abordar la reflexión filosófica, ¿de qué manera podríamos exigir una explicación prosaica sin arriesgarnos a desfigurar nuestro objeto de estudio?, ¿acaso será asequible para un físico explicar las sutilezas de la Física cuántica con un lenguaje llano sin que la complejidad de la teoría vea resentida gran parte de su riqueza? De hecho, por cuestiones didácticas, estas iniciativas son de gran valor e importancia, pero, en modo alguno, descdicen del trabajo del filósofo o filósofa profesional; todo lo contrario, coadyuva  a propagar aún más las contribuciones de éstos. Con todo, todavía podría argüirse que una buena parte del las disquisiciones filosóficas no son más que malabarismos verbales que no guardan ninguna correspondencia con los temas de la vida práctica. Por lo que a este punto se refiere, diría que no cabe duda de que es así, producto de la libertad que tiene cada cual de expresar su pensamiento como le plazca y que, en consecuencia,  el aguijón crítico de la misma Filosofía se encargará, como de hecho lo está haciendo, de podar toda la maleza de rebuscamiento y esterilidad que   pueda, a menos que quiera resignarse a vegetar en el cajón de los recuerdos. ¿O es probable que la comunidad filosófica hoy dé crédito, sin más ni más,  a grandes sistemas interpretativos, cerrados en sí mismos, a la usanza de los modernos?, ¿podrán las instituciones académicas justificar  el sitial de la Filosofía meramente como la  evocación romántica de un pasado glorioso que no se interesa por los problemas que se amontonan frente a sus narices?. Obviamente que no: la reflexión filosófica ha sabido mantenerse a la las alturas de las circunstanicias, logrando  olfatear con tino "las nuevas realidades" que emergen incesantemente. Pero para comprender eso se precisa tirar por la borda, definitivamente, el viejo estereotipo de una Filosofía fosilizada en un mundo de esencias, ajenas al mundo concreto.La mejor evidencia de la sensibilidad filosófica ante los temas contemporáneos, es la abundante reflexión intelectual que confluye, hoy por hoy, en el mundo académico desde los ámbitos de la bioética, la filosofía de la tecnología, la filosofía política, filosofía de la computación, filosofía intercultural, filosofía ambiental  por sólo mencionar agunas cuantas participaciones.
  Pero, volviendo a nuestra inquietud original, luego de esta acotación muy necesaria, cabría consultar ¿cómo podría hacerse  realizable ese engarce entre dos universos tan remotos: Filosofía y coidianeidad? Empecemos por señalar que esta distancia es mera ilusión, provocada por la carga conceptual heredada de una Filosofía encerrada en su torre de marfil. Realmente me canasaría de mencionar filosofías que ponen en cuestión tal imagen de la Filosofía, desde Sócrates,pasando por los estóicos, Marx, hasta Gramsci y un sin múmero de enfoques  más, que han enfatizado el fundamental valor práctico del saber filosófico, pero tal repaso amerita un libro, no un ensayito. Aquí me conformo con plantear que a las principales acciones humanas, ya sean políticas, económica, religiosas, culturales, etc. subyace una visión del mundo y del papel que jugamos todos en esa armazón;ya no sólo en el plano puramente humano, sino en conexión con el resto de la naturaleza y la incidencia recíproca que se produce.No se precisa ser filósofo/a profesional, ni siquiera amar la Filosofía, para asumir una postura propia  frente a temas como Dios, el alma, el destino, el sentido de la vida,  la muerte..., que comúnmente son abordados con más deteninento por la Filosofía. Esto nos pemite percatarnos de que la interrogción filosófica no es patrimonio del /la profesional de la Filosofía, sino que parece signar la naturleza inquisitiva  de todos los seres humanos, desde la Prehistoria. Así las cosas, si, de algún modo, todos compartimos ese talante "filosófico", ¿qué razón de ser tiene profesionalizar algo que "nos viene dado por naturaleza"? La razón es simple: la misma por la cual se justifica la Matemática, pese a que todos( o, por lo menos, la mayoría)  tenemos las capacidades básicas para realizar opraciones; o por la cual se justifican las Ingenierías, aunque la mayoría tengamos aptitudes para el diseño, aunque sea un carricoche: la necesidad de profundizar nuestros conocimientos para sacarle el máximo provecho en beneficio de nuestra vida cotidiana. 
  Quizás la dificultad en Filosofía consiste en que sus beneficios no parecen ser tan tangibles como los aportes de industria de la construcción o el impacto del comercio internacional; pero sus efectos, expresados como ideologías, movimientos sociales y revoluciones políticas, pueden, en un momento dado, ser más importantes que cualquier otro factor. Sino, revisemos la historia más reciente y anlicemos cómo las doctrinas nazistas, fascistas, marxistas, jihadistas, capitalistas y todas las que se quieran mencionar, pueden condicionar no sólo lo tenemos, sino también lo que deseamos, lo que anhelamos y  hasta lo que desperciamos!. 
  En palabras más simples, la intangibilidad  es un mito más tangible de lo que pareciera ser, sólo hay que tener la perspectiva suficiente para poderla enfocar bien. Ahora, ¿cómo podría la Filosofía contribuir a ello? Yo driría que de múltiples maneras, pero por algo hay que empezar y sugiero que un primer candidato sería el Pensamiento Crítico, mas eso lo desarrollaremos un poco más detenidamente en el siguiente ensayo.

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