miércoles, 25 de enero de 2012

¿Algún sitio para la moral?

 
   Muchos/as  podrían  poner en tela de juicio el valor de la reflexión moral en un mundo que dista mucho de ser el terreno más propicio para la  fermentación del viejo ideal kantiano de la buena voluntad  y en el cual el mismo concepto de "bien" se torna confuso. ¿Qué  sentido pueden tener las reconvenciones si el discurso "moral" va por un lado y la "realidad" va por otro lado?
  Sin asomo de dudas, una piedra de toque como esta no parece muy fácil de soslayar. Sin embargo, pareciera ser que la verdadera raíz del problema consiste en hemos sobre- dimensionado el alcance de la reflexión ética y, para poder comprender mejor este trastrocamiento, conviene empezar cuestionando una inveterada concepción de lo que es la moral. Suele creerse, en primera instancia, que existe "la moral" y, por otro lado, que existen una serie de principios transparentes, absolutos y consensuados  que  caracterizarían  la conducta de una personal "moral" en cualquier circunstancia.
 Ambas asunciones carecen de fundamento alguno, aunque muchísimas personas las crean a pies juntillas. Es natural que en un mundo tan diverso y con multiplicidad de intereses  emerjan igual cantidad de "morales" que salvaguarden su idiosincrasia de cualquier amenaza exterior. De allí que lo que podría ser la salvación para unos, muy bien podría ser el veneno de otro; o los principios "morales" que se ajustan a determinado estándar de vida no necesariamente constituyen el referente de otros modos de existencia. ¿Entonces qué nos queda?, ¿abandonarnos al nihilismo o al relativismo moral más oportunista? Obviamente, que no parece ser la salida más sensata, a menos que deseemos devorándonos unos a otros. Pero, ¿acaso  no es así como "se mueve el mundo"?
    Con un panorama como el indicado, resulta complicado lograr consensos amplios en materia moral; sin embargo, Adela Cortina  ha dedicado buena parte de sus análisis éticos a ofrecer luces sobre el particular y su idea de una “ética de mínimos” constituye un avance significativo en esta línea. En palabras simples, el ideal de una Ética de avanzada consistiría en trazar una serie de presupuestos lo suficientemente generales y positivos, que logren la aceptación en cualquier contexto social, independientemente de las particularidades  culturales de  cada región geográfica. El asunto de cómo estas regiones desarrollarían  concretamente estos presupuestos morales sería asunto de cada cual.
   En principio, tal propuesta suena muy plausible, aunque su implementación no es una materia nada simple. Ahora bien, de lo que no me cabe duda es que esta reorientación de lo que debe ser el propósito de la Ética me parece un ejercicio  muy significativo, sobre todo al estrechar el lazo entre ética y sociedad, a través de una Ética cívica, que contemple tanto las dimensiones políticas como interculturales de la discusión. No podemos aspirar a consensos morales si nuestras abstracciones éticas se desligan excesivamente de los escenarios en que opera el juicio moral.
   A la luz de los inmensos desafíos globales de la sociedad contemporánea, es evidente que la agenda programática de la Ética debe estar enfocada más bien en el consenso intercultural que en imposición de principios cerrados, dictados desde un solo sólo polo de influencia.
   En este marco, estimo que una Ética para el siglo XXI, si  aspira a incidir, efectivamente,  en amplios  sectores debería plantearse seriamente, por lo menos 4  transiciones básicas:
      - Del nivel personal al nivel social:  Podríamos pasarnos el resto de la existencia debatiendo nimiedades en torno a las regulaciones más específicas  de la conducta moral de las personas; sin embargo, los desafíos morales del siglo XXI sobrepasan, con mucho, tal punto de partida. Naturalmente, la acción moral principia por la persona, pero no se agota en ella. Pienso que una reflexión  más razonable debería  contemplar el diseño de intervenciones sociales que aseguren un marco social propicio básico que favorezca conductas beneficiosas  para el mayor número de afectados en una sociedad determinada.
  La aplicación a niveles más personales ya no sería una cuestión solamente ética, sino que debería, igualmente, contemplarse a la luz de circunstancias específicas, en conjunción con los patrones políticos y las regulaciones jurídicas del medio
     - Del nivel dogmático al nivel comunicativo y de consensos: Pese a las enconadas reticencias al cambio por parte de los sectores más conservadores, para nadie es un secreto que el viejo ideal de una moral autoritaria y dogmática cada día pierde menos fuerza. Ciertamente, miles personas se identifican actualmente con tales modelos, pero,  muchas veces, sólo lo hacen como un mero ritual o costumbre heredada más que con una firme convicción y eso es algo natural: en una sociedad que ha evolucionado tanto y  que ha superado, si quiera parcialmente,  una cantidad increíble de prejuicios, ¿cómo concebir, un modelo de moral unidireccional? Incluso las nuevas tecnologías de la información parecen  favorecer iniciativas de regulación moral más horizontales y abiertas, en que se potencie la capacidad comunicativa y dialógica de los individuos y no únicamente su faceta servil.
        -Del nivel etnocentrista al nivel intercultural: Si realmente estamos comprometidos con una cultura de convivencia pacífica, el arraigado sueño de imponer culturas “superiores” a las “inferiores” debería ser profundamente atenuado. En este punto, podemos señalar, al menos, 2 razones fundamentales:
            a- Es perfectamente común que cada sociedad desarrolle un conjunto de prácticas y costumbres que la identifiquen y resalten el sentido de pertenencia: pretender desarraigar tales usos sociales, muchas veces, tiende a  percibirse como un atentado contra la identidad de los pueblos afectados; de allí, que toda iniciativa ética debería comenzar por la promoción de un respeto y reconocimiento de las diversas culturas. Si en el marco de tales contextos culturales se dan fenómenos que contravengan principios morales básicos, es un punto que debe subsanarse fortaleciendo o correlacionando, dialógicamente,  aspectos más positivos dentro de tales contextos; no únicamente erradicándolos  o desconociéndolos en términos absolutistas.
             b- Otra razón, no menos importantes, es que hay, sencilla y llanamente, prácticas y conductas morales que se ajustan mejor a  ciertas culturas que otras. Los principios sobre los cuales se asientan podrían ser idénticos, pero su expresión concreta no necesariamente. Así, la solidaridad como principio, por decirlo algo,  no se práctica del mismo modo en la ciudad de Panamá que en una tribu africana o amazónica, aunque todas constituyan actos solidarios.

     -Del nivel conceptual al nivel  operacional: La tradición filosófica ha sido pródiga en despampanantes elucubraciones, que no guardan ninguna relación, o muy escasa,  con el escenario de acción. En este marco, es prudente no perder de perspectiva que la Ética, si pretende tener algún influjo  sobre las personas, debe partir de la reflexión de nuestra condición situada, con una disposición colaborativa; no como una roñosa tutora que sólo sabe dar pautas que todo el mundo decide ignorar. Me inclino a pensar que un nivel meramente retórico o especulativo por sí solo no tiene ningún futuro en un mundo como este. La salida más sabia parece hallar su curso en  la consolidación de una reflexión ética que contemple en su análisis los mecanismos institucionales, de orden social, político, jurídico o cultural que también condicionan  la acción moral de las personas. En fin, la mayoría de las personas no quiere únicamente discursos, sino también opciones plausibles de actuación.

¿Pensamiento Crítico para qué?

 Cuando no referimos a pensamiento crítico, lo primero que podría ocurrírsenos, incluso antes de la obvia preguna de qué es pensamiento crítico, consiste en cuestinarnos si acaso es posible "enseñar" a razonar a alguien, como, en algún momento pudieron prometernos nuestros profesores de Lógica. Me atrevería a señalar que, así planteada planteada la duda, es demasiado "tramposa" para poder llegar a una posición concluyente: Por un lado, el acto de razonamiento es una actividad profundamente íntima que adquiere siluetas propias, acorde a la personalidad de cada persona y, en ese sentido: no se puede "enseñar" a pensar, puesto que es un proceso subjetivo y personal. Sin embargo, considero que estaba muy lejos de la intención de nuestros profesores sugerir que la misión de la Lógica sea anular la personalidad o el juicio propio de cada individuo. Se me antoja que el sentido que hace más justicia a la idea de "enseñar" es la connotación latina de "insignare":señalar. Realmente, la lógica no te va a decir qué hacer ni cómo hacer, a la manera de un manual: tú sabrás cómo integras a tu sistema de pensamiento las ideas recibidas. Lo que la lógica hace es mucho más modesto: te "señala" una serie de "herraminetas" y "recursos" conceptuales de alto valor heurístico ( si así tú quieres considerarlo), que puedes hacer participar de tu reflexión, para otorgarle mayor claridad, más solidez y  menos ambigüdad: eso es todo. Pero, al fin  y al  cabo, cada cual la asume a su manera: se puede usar un martillo para clavar una tabla floja de nuestra casa, aunque también para partirle el cráneo a alguien. Entonces, ¿en qué quedamos?, ¿la lógica y el pensamiento crítico no son más que capricho psicológico que cada quien toma a su modo?. Diría que no; sí hay consensos  y  unificación de criterios e incluso estándares en cuanto a varios saberes en la materia, pero tales saberes no operan mecánica ni dogmáticamente: cada persona los asumirá y los aplicará de un modo muy propio y en circunstancias , intereses y motivaciones propias. En palabras simples, no disminuye la libertad  reflexiva del individuo; todo lo contrario, la enriquece y la amplia. 
 Pero, ¿ qué es Pensamiento Crítico y qué tiene que ver con Lógica? Enfrascarnos en comparaciones conceptuales ahora nos llevaría demasiado lejos. Para decirlo de forma sintética, comienzo por indicar que entiendo el Pensamiento Crítico como la aplicación de los saberes lógicos y psicológicos para comprender de una manera más profunda situaciones de la vida cotidiana. Pero, ¿qué hay con lo de "crítico"?.  En este punto, pienso que la etimología, nuevamente, puede convertirse en nuestra aliada: no cabe duda de que nuestra sociedad del morbo nos ha acostumbrado a percibir la idea de "crítica" como una indubitable señal de ataque. Con todo, estoy convencido de  que el significado que corresponde a la noción es el sentido de "crítica", derivado del griego "kritikos"; es decir, quien es capaz de juzgar o discernir. ¿Juzgar o discernir qué?. Pues, lo que le gusta, lo que quiere, lo que le interesa, lo que le conviene, lo que le hace sentir mejor y punto. Ah, ¡que todo el mundo sabe hacer eso "por lógica"!. Si eso fuera tan cierto, probablemente los titulares y las noticieros de nuestra sociedad morbosa no encontraran tanto pábulo en las miles de estupideces que personas honorables como nosotros realizamos cotidianamente, desde calumniar, vandalizar, asesinar hasta suicidarnos. ¿Será el mundo tan "racional" y "frío" como nos han dicho o será otro cuento más?.....
  Es indudable que cada día más estudios subrayan el gran impacto que las emociones tienen en nuestras acciones y es entonces cuando  cierta dosis de pensamiento crítico puede sernos muy útil, para así poder autoanalizar nuestro comportamiento y evaluar con mayor atención el impacto de las intereracciones con nuestros semejantes y el medio que nos reodea. Y, si nosotros no lo hacemos, otros lo van a hacer por nosotros, aunque pocas veces a favor de nosotros.Por ejemplo, es cuestión harto conocida por muchos especialistas, aunque no por muchas personas, los sofisticados mecanismos lógico-psicológicos de que se valen las compañias publicitarias y propagandísticas para reconocer nuestros gustos, moldear nuestras costumbres e incluso cambiar radicalmente nuestros patrones conductuales. En este marco, el Pensamiento Crítico se interesa por "indicarnos" cómo operan  gran parte de nuestros mecanismos lópico-psicológicos, cómo evitar que los  mismos nos traicionen y cómo ponerlos a trabajar, de la manera más eficaz, a favor de nosotros. ¿No suena interesante?... Naturalmente, en este ensayo, más que todo de carácter introductorio, no podemos explorar todas las dimensiones del Pensamiento Crítico; ya en futuros ensayos iremos adentándonos en temas más concretos sobre el particular. Bástenos, por ahora, haber destacado su importancia.

martes, 24 de enero de 2012

Filosofía y experiencia cotidiana

    Es muy  probable que lo que más daño le ha hecho a la Filosofía sea la presunción de que la reflexión filosófica funciona como una especie de secta hermética, con un léxico abstruso, vedado a todo  aquel que no esté  "iniciado". Un estereotipo caricaturesco de un saber de sillón que se muerde su propia cola formulándose interrogantes ajenas a la gente de la calle.
  En torno  estas aseveraciones, podemos indicar que, de hecho, la Filosofía sí dispone de lenguaje técnico, como cualquier área académica y que, igualmente, producto de los más recientes descubrimientos, se ha visto forzada a realizar ajustes en su marco conceptual, como en su momento lo hicieran la Biología y Química incipientes con sus respectivas ideas  acerca de la generación espontánea y del flogisto.
  No menos cierto es que gran número de filósofos/as se caracterizan por un lenguaje complejo e ininteligible para una cantidad importante de individuos. Sin embargo, respecto a temas tan complicados como los que suele abordar la reflexión filosófica, ¿de qué manera podríamos exigir una explicación prosaica sin arriesgarnos a desfigurar nuestro objeto de estudio?, ¿acaso será asequible para un físico explicar las sutilezas de la Física cuántica con un lenguaje llano sin que la complejidad de la teoría vea resentida gran parte de su riqueza? De hecho, por cuestiones didácticas, estas iniciativas son de gran valor e importancia, pero, en modo alguno, descdicen del trabajo del filósofo o filósofa profesional; todo lo contrario, coadyuva  a propagar aún más las contribuciones de éstos. Con todo, todavía podría argüirse que una buena parte del las disquisiciones filosóficas no son más que malabarismos verbales que no guardan ninguna correspondencia con los temas de la vida práctica. Por lo que a este punto se refiere, diría que no cabe duda de que es así, producto de la libertad que tiene cada cual de expresar su pensamiento como le plazca y que, en consecuencia,  el aguijón crítico de la misma Filosofía se encargará, como de hecho lo está haciendo, de podar toda la maleza de rebuscamiento y esterilidad que   pueda, a menos que quiera resignarse a vegetar en el cajón de los recuerdos. ¿O es probable que la comunidad filosófica hoy dé crédito, sin más ni más,  a grandes sistemas interpretativos, cerrados en sí mismos, a la usanza de los modernos?, ¿podrán las instituciones académicas justificar  el sitial de la Filosofía meramente como la  evocación romántica de un pasado glorioso que no se interesa por los problemas que se amontonan frente a sus narices?. Obviamente que no: la reflexión filosófica ha sabido mantenerse a la las alturas de las circunstanicias, logrando  olfatear con tino "las nuevas realidades" que emergen incesantemente. Pero para comprender eso se precisa tirar por la borda, definitivamente, el viejo estereotipo de una Filosofía fosilizada en un mundo de esencias, ajenas al mundo concreto.La mejor evidencia de la sensibilidad filosófica ante los temas contemporáneos, es la abundante reflexión intelectual que confluye, hoy por hoy, en el mundo académico desde los ámbitos de la bioética, la filosofía de la tecnología, la filosofía política, filosofía de la computación, filosofía intercultural, filosofía ambiental  por sólo mencionar agunas cuantas participaciones.
  Pero, volviendo a nuestra inquietud original, luego de esta acotación muy necesaria, cabría consultar ¿cómo podría hacerse  realizable ese engarce entre dos universos tan remotos: Filosofía y coidianeidad? Empecemos por señalar que esta distancia es mera ilusión, provocada por la carga conceptual heredada de una Filosofía encerrada en su torre de marfil. Realmente me canasaría de mencionar filosofías que ponen en cuestión tal imagen de la Filosofía, desde Sócrates,pasando por los estóicos, Marx, hasta Gramsci y un sin múmero de enfoques  más, que han enfatizado el fundamental valor práctico del saber filosófico, pero tal repaso amerita un libro, no un ensayito. Aquí me conformo con plantear que a las principales acciones humanas, ya sean políticas, económica, religiosas, culturales, etc. subyace una visión del mundo y del papel que jugamos todos en esa armazón;ya no sólo en el plano puramente humano, sino en conexión con el resto de la naturaleza y la incidencia recíproca que se produce.No se precisa ser filósofo/a profesional, ni siquiera amar la Filosofía, para asumir una postura propia  frente a temas como Dios, el alma, el destino, el sentido de la vida,  la muerte..., que comúnmente son abordados con más deteninento por la Filosofía. Esto nos pemite percatarnos de que la interrogción filosófica no es patrimonio del /la profesional de la Filosofía, sino que parece signar la naturleza inquisitiva  de todos los seres humanos, desde la Prehistoria. Así las cosas, si, de algún modo, todos compartimos ese talante "filosófico", ¿qué razón de ser tiene profesionalizar algo que "nos viene dado por naturaleza"? La razón es simple: la misma por la cual se justifica la Matemática, pese a que todos( o, por lo menos, la mayoría)  tenemos las capacidades básicas para realizar opraciones; o por la cual se justifican las Ingenierías, aunque la mayoría tengamos aptitudes para el diseño, aunque sea un carricoche: la necesidad de profundizar nuestros conocimientos para sacarle el máximo provecho en beneficio de nuestra vida cotidiana. 
  Quizás la dificultad en Filosofía consiste en que sus beneficios no parecen ser tan tangibles como los aportes de industria de la construcción o el impacto del comercio internacional; pero sus efectos, expresados como ideologías, movimientos sociales y revoluciones políticas, pueden, en un momento dado, ser más importantes que cualquier otro factor. Sino, revisemos la historia más reciente y anlicemos cómo las doctrinas nazistas, fascistas, marxistas, jihadistas, capitalistas y todas las que se quieran mencionar, pueden condicionar no sólo lo tenemos, sino también lo que deseamos, lo que anhelamos y  hasta lo que desperciamos!. 
  En palabras más simples, la intangibilidad  es un mito más tangible de lo que pareciera ser, sólo hay que tener la perspectiva suficiente para poderla enfocar bien. Ahora, ¿cómo podría la Filosofía contribuir a ello? Yo driría que de múltiples maneras, pero por algo hay que empezar y sugiero que un primer candidato sería el Pensamiento Crítico, mas eso lo desarrollaremos un poco más detenidamente en el siguiente ensayo.

lunes, 16 de enero de 2012

Hacia un concepto



   Antes de abordar los diversos tópicos filosóficos o incluso el sentido mismo de la Filosofía, es preciso que nos detengamos un poco en el concepto. Quizás el problema más severo al momento de trazarnos una conceptualización de la Filosofía no venga dado tanto por la multiplicidad de enfoques y corrientes de pensamiento, sino por la misma dinámica histórica de la Filosofía, que emerge como un saber enciclopédico, cuyas fronteras son muy difíciles de precisar, incluso hoy, pese al avance exponencial de  la especialización  en  el universo de  las ciencias.
   Tomando en cuenta que la reflexión filosófica viene condicionada histórica y socialmente, ya sea por las diversas tradiciones culturales, corrientes de  interés, dinámicas políticas, etc.; es sumamente complicado pretender ofrecer un concepto unívoco de Filosofía, a  menos que lo eleváramos a  nivel de categoría metafísica. Frente a un panorama tan complejo, ¿qué opción nos queda?, ¿cómo sintetizar centurias de Filosofía en unas cuantas palabras?.... Es muy  probable que ensayar un concepto  acabado de Filosofía constituya una subversión  del carácter dialéctico del mismo, siempre susceptible de reconfiguración y examen, de cara a las nuevas realidades. Un ejercicio que sí me parece más mesurado consiste en identificar las estructuras epistemológicas básicas sobre las cuales ha descansado la reflexión filosófica en su largo discurrir. Un ejercicio  de esta índole me induce a plantear una primera premisa: la base de la discusión no debería estar jalonada fundamentalmente por una cuestión de "contenidos", sino de perspectiva de análisis. Si bien es cierto la Filosofía se ha caracterizado por comprender  un conjunto de temas o contenidos "que le son propios", eso no debe significar, en modo alguno, que sean los únicos que le conciernen, ni mucho menos que le sean enteramente exclusivos.
  Por ejemplo, para una Filosofía incipiente, difícilmente la internet o el genoma humano podrían haberse considerado como materia filosófica, puesto que en el espectro cultural de los antiguos o de  los medievales  nada de esto "constituía una realidad"; sin embargo, para el mundo contemporáneo tales asuntos son, tal vez, más importantes que interrogarnos sobre cuántos ángeles caben en la cabeza de un alfiler. (Ojo, esto sin ánimo de subestimar los grandes avances que trajo consigo la tradición medieval).
  Si nos fijamos en las perspectivas de análisis de gran parte de los/las filósofos/as , nos percataremos  de  que en su pensamiento subyacen, por lo menos, dos componentes fundamentales, independientemente de cuál sea su tendencia de pensamiento:
     - Orientación fundamentalista
     - Orientación sintética
     - Orientación argumentativa
     Cuando hablamos de "orientación fundamentalista", no referimos al esfuerzo de las tradición filosófica por explorar sus "objetos" de estudio en términos de  sus propiedades  más propias, que le otorgan su estructura y carácter específicos, por encima de  aquellos elementos que les pueden ser meramente accesorios o episódicos.
  Esta propensión filosófica  podría enmarcarse en la clásica pregunta ontológico-metafísica por el "Ser"; es decir, lo que constituye "todo" lo que existe, el fundamento de la "realidad". Con todo, estimo que la orientación indicada por nosotros es menos restringida, puesto que muchos podrían reconocer la inclinación de la Filosofía por el análisis fundamentalista, como yo lo he definido, sin que ello implique reconocer la validez de interrogaciones "metafísicas" en el sentido de los presocráticos o el  aristotélico, por ejemplo. Alguien muy bien podría comulgar con una "ontología" de la técnica, sin por ello ser etiquetado de esencialista o "metafísico".
   Ahora bien, una persona inteligente podría cuestionarse: ¿Qué valor tiene andar por el mundo preguntándose qué son las cosas o cuál es su fundamento? ¡Qué más da! ¿No sería mejor actuar, vivir ya sacarle provecho a todo, sea lo que sea o como sea? En fin, ser una persona "práctica" y punto. En torno a una duda de esta índole, yo respondería que quizás sí, si el caso fuera posible; mas  nuestra estructura lógico-psicológica está conformada de tal modo que resiste tal caricatura del homo sapiens sapiens. Lo cierto es que nuestras configuraciones mentales están mediadas lingüística y conceptualmente y se nos impone siempre la necesidad de forjar miríadas de conceptos que nos sirvan como brújulas en un caótico universo de sensaciones. Es más, incluso la acción y práctica del ser humano más simple y primitivo sigue este patrón, aunque carezca de la sofisticación de un sabio. ¿Acaso su concepción de la muerte, del mal, de Dios o del destino, del sentido de la vida  no viene  marcada por los entramados conceptuales que su experiencia le ha permitido trazar?; en fin, el hecho de que integre tales conceptos a su haber cognoscitivo como un saber tácito en nada desdice de la sustancia filosófica de los mismos.
  Preguntas típicas que podrían emerger aquí, aunque no siempre con esperanza de respuestas o, por lo menos, respuestas "acabadas", podrían ser acerca de:
   -¿Cuál es la constitución fundamental o esencial de x ente, cuáles son sus "componentes?
   -¿Tiene algún sentido la existencia  o acaso se lo asignamos nosotros? (En materia de "sentido" de la vida, probablemente la pregunta más peliaguda nos fue dada por Heidegger, con su "¿por qué ser y no nada?")
     -¿Cómo se imbrica y reconfigura en un marco existencial  más amplio?
  Podríamos cuestionar sosteniendo ¿qué gracia tiene trazarnos interrogantes sobre las cuales quizá nunca tengamos respuestas, p. ej. ¿Qué sentido tiene nacer, llegar a tu plenitud, establecer lazos de amor y afecto, para luego morir?. Ante lo anterior, podríamos responder, ¿qué sentido tendría la vida del ser humano sin preguntas ni problemas?, ¿Cómo podríamos escapar a la intoxicación de una masa gris ociosa?. O, yendo más lejos con el cuestionamiento original, podríamos replicar: ¿Qué nos hace pensar que nuestra ideas de muerte y vida sean definitivas y no ameriten una revisión a la luz de futuros avances?,¿Acaso ambas tengan algún sentido en sí mismas; no será el puro azar el que se impone?, ¿qué nos hace pensar que la muerte, tal como la entendemos hoy (biológicamente hablando), siempre será un "destino" ineludible?...

    -Orientación sintética: Otra característica de la tradición filosófica, muy cercana a la anterior,  es su pasión por el enfoque sintético: por un lado, la interrogación en torno al  fundamento de los entes  y, por otro, el establecimiento de nexos y conexiones, que nos permitan ofrecer una visión de conjunto.
 En este punto, una duda fundamental que pudiera suscitarse es ¿qué valor tiene, en un mundo cada día más especializado, elaborar síntesis?. Esto podría llevar la discusión más lejos y sobrepasar el propósito introductorio de este texto, pero se me ocurre que la respuesta más simple vendría siendo algo como: el valor de tener la perspectiva del bosque, para no limitarse al árbol.
  Respecto a esta pretensión  filosófica podría criticarse, igualmente, que, por un lado, con la síntesis se podría perder profundidad en torno a los puntos específicos y, por otro, que las nuevas  tendencias   interdisciplinarias y  transdisciplinarias  de la Ciencia  ya hacen  obsoleta a la Filosofía.
  Por lo que a la profundidad se refiere, el enfoque sintético, compañero de todo saber, no pretende reemplazar el análisis particular, sino, todo lo contrario, enriquecerlo y complementarlo, como un mapamundi amplía la visión de  un marinero que se dirige a un lugar específico. De hecho,  nuestro "universo" material y simbólico no parece operar como los  compartimientos estancos. (Por lo menos, no la mayoría de las veces).
  En cuanto a la  interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad de las ciencias contemporáneas, sería dable reconocer la obsolescencia de la Filosofía  si la fortaleza lógica, epistémica y conceptual de tales perspectivas no fuera deudora  del utillaje analítico de la Filosofía. Eso sin mencionar que la tradición filosófica, avezada en cuestionamientos "fundamentales",  aborda temas centrales de las ciencias particulares , que estas , aun en conjunto, examinarían sólo de una manera muy superficial, a menos que dispusieran del arsenal inquisitivo y metodológico del vasto saber filosófico.

   - Orientación argumentativa:
  Otro de los pilares del quehacer filosófico es su insistencia en la fundamentación reflexiva de sus planteamientos, siendo el análisis racional el recuso por excelencia al  momento de sacar conclusiones.
Esta característica, una de las más reconocidas, es, también, la que más objeciones podría atraer. Aquí, brevemente,  examinaremos algunas:
La primera, la orientación argumentativa no es una característica que sea exclusiva de la Filosofía, puesto que toda producción académica debe partir de esa premisa. Esto es muy cierto, pero debemos notar que  la argumentación y fundamentación racional  es el método por excelencia, principalmente, para la Filosofía, puesto que la amplia naturaleza de su esfera  óntica  así lo precisa. ¿De qué le valdría a un físico o químico una maravillosa destreza retórica o argumentativa, incluso, si no pasara la piedra de toque de la "experimentación" como la entiende el método  cietnífico. El /la filósfo/a, gracias a su sutil metodología podría aventurar conclusiones que sobrepasan el ámbito "experimental" del científico, sin por eso dejar de llegar a conclusiones profundas. Típicos problemas podrían ser: Dios, el destino, entre otros. Claro que la Ciencia también podría ensayar ejercicios de esta índole, pero tendría que lograr una alianza muy compleja  con la  metodología filosófica, para conservar su carácter "científico"  y no morir en el intento
  Ahora, si tomamos como base la dimensión racional y argumentativa, la Filosofía pareciera olernos a Matemática: No nos cabe duda de que así es; la diferencia fundamental es que el ámbito reflexivo de la Filosofía sobrepasa con creces los propósitos de la Matemática.
  Un segundo  ataque que podría sufrir la idea de esta  última  orientación como característica del quehacer filosófico  es que, en la historia de la Filosofía, se han dado muchos casos de pensadores cuyo pensamiento dista mucho de lo que podría llamarse una visión racional del mundo. Naturalmente que eso es cierto, muchos apelaron a la intuición y fueron arrastrados por arranques emotivos cuasi poéticos, como Nietzsche, Schopenhauer, Bergson y tantos otros; sin embargo, en todos, el aguijón  argumentativo, el esfuerzo por ofrecer fundamentos no dictados por la autoridad o el dogma, sino por la reflexión exhaustiva, primó. Un estilo frío y seco no implica, necesariamente, más profundidad racional y reflexiva que un estilo más literario o poético: ¿Es decir, qué Filosofía y Literatura son actividades intercambiables? Esta discusión ameritaría un tratado por sí sola; pero, para efecto de nuestro ensayito, bástenos decir que , grosso modo, sí comparten muchos elementos en común; pero el principal punto de diferenciación consiste en que la retórica literaria, comúnmente, busca creaciones metafóricas sin más afán que transmitir un sentido o un mensajes; en tanto en  que la retórica filosófica prima la pretensión de verdad y no sólo la expresión metafórica.
  Finalmente, otra temática de controversia podría ser el carácter poco consensuado de la producción racional filosófica. De hecho, hacer de la la "razón" una hipóstasis o de lo racional como un bloque monolítico es lo más alejado que pueda haber de la tradición filosófica. En esta, parecieran existir  trincheras por todos lados: es un mar de contradicción, que carece de los altos niveles de consenso logrados en la Ciencia.
  Dejando de lado el hecho de que hay muchísimos temas de disenso en el mundo científico, podríamos replicar que la Filosofía, sí ha logrado  altos niveles de consenso en lo que concierne al reconocimiento, por parte de la comunidad académica, de la importancia de integrar presupuestos filosóficos (lógicos, epistemológicos, éticos, estéticos, ontológicos) al momento de profundizar el análisis del conocimiento. Cuáles serían esos presupuestos específicos es arena de otro costal, pero  aceptar  valor del examen filosófico en estos menesteres es algo que ningún académico serio pondría en cuestión.
   Por otro lado, podríamos preguntarnos, ¿qué es lo que alimenta el pensamiento crítico: las "verdades" recibidas o los acicates para seguir pensando y cuestionando más? Sobre este particular, aunque lo más probable es que pocos/as  estarán dispuestos/as  a  asumir el reto, coincido con García Morente cuando señalaba, en sus Lecciones Preliminares, que la Filosofía es, ante todo, una experiencia  personal...

BIENVENIDA

En pleno siglo XXI, con todos los adelantos tecnológicos y el imponderable incremetno de las especializaciones en los diversos ámbitos de la ciencia, a nadie se le oculta que  el viejo ideal sistémico del pensamiento filosófico clásico ve menguadas, en gran manera, sus pretensiones omnicomprensivas y su afán por configurar un canon duro de  "philosophia perennis". Ante un titubeo respecto  a la pertinencia y validez de aquel estereotipado modelo  de quehacer filosófico en el mundo contemporáneo, podrían emerger un  sin fin de interrogantes y quizás la más obvia sea: ¿qué sentido tiene conservar la Filosofía como disciplina académico? , o, en términos más cáusticos, ¿por qué empecinarnos en perpetuar un saber desfasado y estéril?...

  Un cuestionamiento de esta índole es absolutamente razonable y hasta obvio, máxime si tenemos presente que no hay algo más frustrante que involucrarse en cualquier tarea sin hallarle ninguna pasión ni  razón de ser a lo que hacemos. Frente a este panorama, este blog tiene como principal objetivo compartir, con quienes así lo deseen, mi experiencia en la fabulosa aventura del pensamiento filosófico; lo mismo que poder intercambiar con  ustedes reflexiones ajenas, que abordan tópicos de una manera más rica y atractiva que yo.
  En este marco, mis primeros "pininos" estarán orientados a auscultar, sin detrimento de cualesquiera otras opiniones:
          - Cuál es podría ser el sitial del pensamiento filosófico en el mundo contemporáneo
          - Enfatizar su valor y conexión con los temas de la actualidad.
          -Desmitificar las ideas preconcebidas acerca de su papel.
 Así, pues, espero que, con la participación de ustedes, podamos ir abriendo trochas intelectuales y de-velar el potencial "oculto" que la Filosofía pudiera ofrecernos.