Por: Martha Constantino,
XII O, Curso de Filosofía
Tal
vez pensemos que las falacias no tengan nada que ver con nosotros,
pero nos equivocamos: las falacias son muchos más comunes de lo que
pensamos. La palabra falacia deriva del latín “fallere”, que
significa “engaño” y precisamente eso es lo que es. Yo siempre
he definido a las falacias como “mentiras elaboradas”, ya que
estas pueden ser tan sutiles que pasan desapercibidas; pero, ojo: que
el argumento sea falso, no quiere decir que las premisas o las
conclusiones también lo sean, llegar a esta conclusión sería,
igualmente, una falacia.
Llegado a este punto, te
preguntarás, ¿esto qué tiene que ver conmigo?, si he vivido todo
este tiempo sin conocerlas, ¿qué importancia tiene conocerlas
ahora?, si piensas de ese modo, permíteme mostrarte en el error en
el que te encuentras, pues podría ser que en este preciso momento
seas víctima de ellas. ¿Cómo puede ser esto posible?, te
sorprenderías de lo sencillo que es encontrarlas, convivimos con
ellas a diario, es solo que no te has dado cuenta de ello; solo
necesitas encender la televisión, escuchar atentamente una
conversación o incluso, solo tener plena conciencia de lo que dices,
porque muchas veces utilizamos las falacias sin siquiera conocerlas,
inconscientemente.
Existen
una gran variedad de falacias, a continuación te presentare a
algunas de ellas:
- Falacia ad hominem o “contra el hombre”: como su nombre lo indica, esta falacia no busca debatir argumentos, sino atacar al adversario o a la persona que presente el argumento.
- Ad verecundiam o “apelación a la autoridad”: se dice que el argumento es verdadero solo porque lo dijo alguien con mayor rango o autoridad en el tema tratado; sin evaluar la argumentación propiamente dicha.
- Ad populum o “llamado emocional al pueblo”: en esta falacia se presentaran razones que, aunque no tengan que ver con el tema en cuestión, buscarán afectar las emociones de la “masa”, sin sustancia argumentativa alguna.
- Ad ignorantiam o “por la ignorancia”: afirma que algo es cierto solo porque no se puede probar lo contrario o al inverso, que algo es considerado falso por la misma razón.
- Tu quoque o “tú también”: esta falacia posee cierta relación con la falacia ad hominem, ya que no se atacan a los argumentos en sí, sino que se basan en el hecho de que si el contrincante lo hizo, es correcto si se hace lo mismo.
Estas falacias,
brevemente explicadas, no son las únicas que existen, pues hay
muchísimas más, pero explicarlas todas no es el punto de este
escrito. Ahora, ¿no te parece haberlas escuchado anteriormente?
Porque yo sí. Una fuente enorme de falacias podrían ser los
recientes discursos políticos, ya que prácticamente carecen de
argumentos, consideran mejor o hasta más entretenido sacarse sus
trapos sucios o hasta insultarse entre sí, antes de ofrecer un
discurso “decente”.
Las
falacias , al principio, pueden ser algo complicadas de encontrar o
captar, pero con práctica se puede mejorar su comprensión y así
poder mejorar nuestra capacidad analítica y mejorar nuestras
respuestas. Aunque sus nombres sean algo complicado de aprender, pues
están en latín, con su comprensión, habrá un gran paso hacia un
mejor entendimiento.
En
conclusión, podría darte un consejo, no creas en todo lo que te
digan, infórmate primero y corrobora dicha información, no dejes
que te metan “gato por liebre”, como dicen por ahí, y, sobre
todo, no te dejes llevar por ese enorme “mundo” de falacias, que
hoy tiene tantos habitantes, que ni siquiera se dan cuenta de que
forman parte de él.
“No
porque todo el mundo crea una mentira, esta se convierte en verdad”
Anónimo