Raimundo Lulio, uno de los más destacados filósofos españoles, no parece
haber tenido siempre la serenidad lógica que le ha hecho famoso. Se cuenta que,
estando ya casado, ardía de tanta pasión por una mujer, también comprometida,
que llegó a irrumpir, a caballo, en un templo en que se encontraba la dama.
Continúa señalando la anécdota que, la mujer,
para hacerlo desistir de su pasión lo convocó y le enseñó un seño, que estaba
invadido de llagas, al tiempo que le dijo: “Contempla, Raimundo, lo que
amas, desiste del afecto con que me idolatras. Pon todo ese cariño en objeto digno de adoración de todos.
Ama a Jesucristo. Si tantas muestras de amor hubieses hecho por él, cual las
hiciste por mí, ya hubieras merecido el reino de los cielos” (Anécdota del
Estudio Preliminar elaborado por Adolfo de Castro para las Obras Escogidas de
Filósofos, de la colección Biblioteca de Autores Españoles)
No hay comentarios:
Publicar un comentario